SEGUNDA
PARTE
LA
ENTREVISTA DE
LOS LIBERTADORES
La entrevista
era deseada por ambos libertadores. Fue San Martín quien a
poco de haber arribado a las costas del Perú, exactamente
el 12 de octubre de 1820, desde Pisco, se dirigió al
Libertador expresándole su deseo de reunirse con
él. Esta misiva no ha sido hallada, pero se sabe de ella
por la respuesta que le diera Bolívar desde Bogotá,
el 10 de enero de 1821. El Libertador le dice a San
Martín:
"Tengo la honra de acusar a V.E. la recepción del
despacho a 12 de octubre, en Pisco del año próximo
pasado. Este momento lo había deseado toda mi vida; y
sólo el de abrazar a V.E. y el de reunir nuestras banderas
puede serme más satisfactorio. El vencedor de Chacabuco y
Maipú, el hijo primero de la Patria, ha olvidado su propia
gloria al dirigirme sus exagerados encomios; pero ellos le honran
porque son el testimonio más brillante de su bondad y
propio desprendimiento. Al saber que V.E. ha hollado las riberas
del Perú, ya las he creído libres, y con
anticipación me apresuro a congratularlo a V.E. por esta
tercera patria que le debe su existencia. Me hallo en marcha para
ir a cumplir mis ofertas de reunir el imperio de los Incas al imperio
de la Libertad; sin
duda que más fácil es entrar en Quito que en Lima;
pero V.E. podrá hacer más fácilmente lo
difícil; y bien pronto la divina Providencia, que ha
protegido hasta ahora los estandartes de la Ley de la
Libertad, nos reunirá en algún ángulo del
Perú, después de haber pasado por sobre los trofeos
de los tiranos del mundo americano" (1)
El 24 de junio de 1821 Bolívar obtuvo la victoria
de Carabobo sobre las fuerzas realistas al mando del Mariscal de
Campo Miguel de la Torre, y dicho triunfo le permitió
ingresar triunfalmente en la ciudad de Caracas, el día 28
de aquel mismo mes. Desde Trujillo, con fecha 23 de agosto de
1821, Bolívar se dirigió a San Martín y
recordando aquel gran triunfo de Carabobo, le
expresaba:
"Mi primer pensamiento en
el campo de Carabobo, cuando vi mi patria libre, fue V.E., el
Perú y su ejército libertador. El contemplar que ya
ningún obstáculo se oponía a que yo volase a
extender mis brazos al libertador de la América
del Sur, el gozo colmó mis sentimientos… "
(2)
De su regreso de Huanchaco, en donde recibió
documentos
remitidos por miembros de la Junta de Guayaquil así como
también por el representante peruano ante dicho gobierno, en los
cuales además de informársele sobre los
últimos acontecimientos se le trasmitían las
opiniones y decisiones de Bolívar sobre la suerte de
Guayaquil. San Martín creyó conveniente comunicarse
epistolarmente con Bolívar para darle a conocer su ideas
sobre el problema en cuestión y proponerle una
reunión que debería servir para tratar de
solucionar ese y otros problemas.
Esta misiva fue suscrita en Lima, a 3 de marzo de 1822, y en ella
le dice:
"Yo no puedo ni quiero dejar de esperar que el
día en que se realice nuestra entrevista, el primer abrazo
que nos demos transigirá cuantas dificultades existen y
será la garantía de la unión que liga a
ambos Estados, sin que haya obstáculo que no se renueve
definitivamente. Entre tanto, ruego a V.E. se persuada de que la
gloria de Colombia y la del
Perú son un solo objeto para mí, y que apenas
concluya la campaña, en la que el enemigo va a hacer el
último experimento reuniendo todas sus fuerzas,
volaré a encontrar a V.E. y a sellar nuestra gloria, que
en gran parte ya no depende sino de nosotros mismos"
(3)
El Libertador recibió con mucho retardo esta
misiva, según él mismo lo dice "a causa de las
dificultades que presentaba para las comunicaciones
el país de Pasto". La respuesta que a ella dio
Bolívar lleva la huella indeleble del triunfo de
Pichincha, así como de la toma de Pasto y Quito. Desde
éste último lugar, el día 22 de junio de
1822 el Libertador se dirige al Protector en contestación
a la carta que
hemos mencionado, y en bellas expresiones le renueva sus ansias
de conocer y abrazar al amigo, al libertador del sur:
"Mas, dejando aparte toda discusión política, V.E. con el
tono noble y generoso que corresponde al jefe de un gran pueblo,
me afirma que nuestro primer abrazo sellará la
armonía y la unión de nuestros estados, sin que
haya obstáculo que no se renueva definitivamente. Esta
conducta
magnánima por parte del Protector del Perú fue
siempre esperada por mí. No es el interés de
una pequeña provincia lo que puede turbar la marcha
majestuosa de la América Meridional, que, unida de
corazón, de interés y de gloria, no
fija sus ojos sobre las pequeñas marchas de la revolución, sino que eleva sus miras sobre
los más remotos siglos, y contempla con gozo generaciones
libres, dichosas y anegadas en todos los bienes que el
cielo distribuye a la tierra,
bendiciendo la mano de sus protectores y libertadores.
La entrevista que V.E. se ha servido ofrecerme, yo la
deseo con mortal impaciencia, y la espero con tanta seguridad, como
ofrecida por V.E." (4)
Un día antes de zarpar del Callao rumbo al norte,
en búsqueda del Libertador, San Martín
volvió a escribirle para comunicarle su viaje, que
tendría como fin hallarlo en Quito para "combinar en
grande los intereses" que les habían confiado los pueblos:
"Ansioso de cumplir mis deseos frustrados en el mes de febrero
por las circunstancias que concurrieron entonces, pienso no
diferirlos por más tiempo… Mi alma
se llena de pensamientos y de gozo cuando contemplo aquel
momento: nos veremos, y presiento que América no
olvidará el día en que nos abracemos". (5) El
Protector no se equivocaba: Hispanoamérica no podrá
olvidar nunca la reunión de sus libertadores en
Guayaquil.
Y a escasos días del arribo de San Martín
a Guayaquil, e ignorando Bolívar que unos dos días
después tendría oportunidad de abrazar y conversar
con su par en tierra
guayaquileña, le escribió el 23 de julio una misiva
en la que la renovaba su deseo de conocer al hermano en la causa
libertadora de América:
"…tengo el placer de asegurar que al acercarme al
Perú me hallo más fuertemente animado del deseo de
conocer a V.E. y de emplearme en servicio de la
nación
peruana".(6)
(1) Lecuna, V. "Cartas del
Libertador". Tomo II, p. 298
Instituto Sanmartiniano "Epistolario entre los
libertadores San Martín y Bolívar", pp. 12 –
13
(2) Lecuna, V. Op. Cit. Tomo II,
p. 30
Instituto Sanmartiniano, obra citada, páginas 15
– 16.
(3) Instituto Sanmartiniano,
obra citada, páginas 25 – 26.
(4) Lecuna, V. Obra citada, tomo
III, página 50
Instituto Sanmartiniano, obra citada, páginas 31
– 33.
Rojas, Ricardo "Entrevista de Guayaquil" páginas
27 – 29.
Otero, José Pacífico "Historia del libertador D.
José de San Martín" tomo III, páginas
675-676.
Pino Ycaza, G. "Derecho territorial ecuatoriano" tomo I,
páginas 603 – 604.
Aranda, Ricardo. "Colección de los tratados…" tomo
III, páginas 73 – 75.
(5) Esta misiva apareció
en la Gaceta del Gobierno, del día miércoles 17 de
julio de 1822.
Ha sido reproducida, entre otros, por:
De la Cruz, Ernesto. "La entrevista de Guayaquil"
páginas 46 -47.
Otero, J.P. Obra citada, tomo III, páginas 692 –
693
Pino Ycaza. G. Obra citada, tomo I, páginas
605.
Instituto Sanmartiniano. Obra citada, páginas 29
– 30.
(6) Otero, J. P. Obra citada,
tomo III, página 706.
2. LA ENTREVISTA FRUSTRADA
(FEBRERO DE 1822)
La entrevista de los libertadores pudo haberse llevado a
cabo en febrero de 1822, pues en aquel mes, como lo veremos a
continuación, San Martín fue en búsqueda de
Bolívar. El estudio de "entrevista frustrada" tiene una
importancia singular para poder
dilucidar acerca del verdadero fin o fines de la tan anhelada
reunión.
El 19 de enero de 1822 San Martín delegó
el mando político en el marqués de Torre Tagle. En
el decreto respectivo, en su parte considerativa, el Protector
explicaba que era la "causa del continente americano" la que lo
llevó a encargarse del mando supremo, y que ahora una
tarea trascendental obligábalo a abandonar
momentáneamente dicho mando, el cual lo delegaba en el
citado marqués: "…, porque tiempo ha que no me
pertenezco a mí mismo, sino a la causa del continente
americano. Ello exigió que me encargase del ejercicio de
la autoridad
suprema y me sometí con celo a 4este convencimiento; hoy
me llama a realzar un designio, cuya contemplación halaga
mis más caras esperanzas; voy a encontrar en Guayaquil al
libertador de Colombia; los intereses generales de ambos estados,
la enérgica terminación de la guerra que
sostenemos y la estabilidad del destino a que con rapidez se
acerca la América, hace nuestra entrevista necesaria, ya
que el orden de los acontecimientos nos ha constituido en alto
grado responsable del éxito
de esta sublime empresa. Yo
volveré a ponerme al frente de los negocios
públicos en el tiempo señalado para la
reunión del congreso…" (1)
Como se habrá podido apreciar, en esta parte
considerativa el Protector delínea en forma clara y
terminante los objetivos de
su entrevista con Bolívar: "… los intereses generales de
ambos estados, la enérgica terminación de la guerra
que sostenemos y la estabilidad del destino a que con rapidez se
acerca la América, hacen nuestra entrevista necesaria,
…"
San Martín se embarcó rumbo a Guayaquil en
la goleta Macedonia, el 1 de febrero. Tuvo que ser en dicho
día porque ese mismo día Luis de la Cruz le
escribía Bernardo O'Higgins informándole sobre este
viaje. Pocos días después llegó al puerto de
Huanchaco, en forma totalmente inesperada, pues dicha escala no estaba
prevista. Algunos historiadores señalan
erróneamente que lo hizo en la goleta Moctezuma, pero
Leguía y Martínez aclara que la Moctezuma en esos
momentos ya no era nave peruana sino del gobierno chileno. El
arribo a Huanchaco debió ser antes del 11 de febrero,
porque el día 12, desde Trujillo San Martín le
escribe a Torre Tagle y le hace referencia sobre su llegada a
Huanchaco. (Mas adelante transcribiremos textualmente la misiva
en mención.) Lo cierto es que la casualidad del arribo a
Huanchaco le permitió a San Martín recibir
allí comunicaciones enviadas por la Junta de Guayaquil y
del representante peruano ante dicho gobierno. San Martín
decidió volver nuevamente a Lima, a donde llegó los
últimos días de febrero. Es necesario
señalar que Leguía y Martínez, tan acucioso
en cuanto a los datos,
señala que el arribo se produjo el 3 de marzo, pero esto
es un error, porque el 27 de febrero la Gaceta de Gobierno
comunicaba la llegada del Protector. En la Gaceta del Gobierno
del miércoles 27 de febrero leemos: "S.E. el Protector del
Perú ha regresado desde el puerto de Guanchaco, donde
recibió noticias oficiales, comunicadas por el Gobierno de
Guayaquil y por el general Sucre, de que S.E. el Libertador de
Colombia marchaba sobre Juanambú con cuatro mil hombres,
sin duda para concluir la guerra de la revolución en
Colombia…" (2)
¿Qué motivó el regreso de San
Martín? Los historiadores han dividido sus opiniones al
respecto. Para algunos lo fue el hecho de haberse informado, en
Huanchaco, de que el Libertador abriría campaña por
Pasto, por lo que no podrían encontrarse en Guayaquil. En
cambio otros
consideran que la verdadera causa de la decisión de San
Martín fue el haber tomado conocimiento,
por intermedio de las comunicaciones que le enviaran la Junta
Guayaquileña así como el peruano Francisco Salazar,
acerca de los planes de Libertador de pasar a Guayaquil para
poner fin al problema de esta provincia. Como, según esta
interpretación, el Protector realmente perseguía
con su presencia en Guayaquil influenciar para que dicho
territorio se anexase al Perú, al saber que Bolívar
se le había anticipado, resultaba totalmente inútil
su viaje a Guayaquil. Esta segunda opinión es compartida
por los historiadores venezolanos, con Vicente Lecuna al frente
de todos ellos. La primera, en cambio, lo es por los argentinos.
Los historiadores de otras nacionalidades dividen sus opiniones
al respecto.
Para el eximio historiador venezolano que fuera Vicente
Lecuna, San Martín en febrero de 1822, al igual que en
julio, no salió del Callao en búsqueda de
Bolívar, sino que realmente su objetivo era
Guayaquil: decidir a esta provincia su anexión al
Perú. En cambio para historiadores como G. Masur, J.C.
Chávez y J.M. Goenaga, para no mencionar historiadores
argentinos, el objetivo de San Martín en febrero y
también en julio de 1822 fue Bolívar y no
Guayaquil, de allí que al informarse que el Libertador no
se encontraría en Guayaquil resolvió volver a
Lima.
Tratemos de analizar un poco más detenidamente
este suceso de la entrevista frustrada para poder encontrar la
verdadera causa del regreso de San Martín.
Existe una misiva de O'Higgins al Brigadier Luis de la
Cruz, fechada desde Santiago a 6 de marzo de 1822, que es
respuesta a la que el brigadier la Cruz le enviara el 1° de
febrero, en la que leemos lo siguiente: "… helado me ha dejado
su apreciable de 1° del mes pasado acerca del viaje del
Protector, nuestro amigo, a Guayaquil, a verse con el general
Bolívar, y tanto mayor es mi sorpresa, cuanto sé
hasta la evidencia que este Jefe ni piensa ni menos puede,
según la situación que ocupa, venir al punto
esperado". (3)
Si O'Higgins es tan enfático en señalar la
imposibilidad de imaginar siquiera que Bolívar pudiera
constituirse en Guayaquil, ¿cómo pudo San
Martín concebir una entrevista con Bolívar en dicha
ciudad?. ¿ No sería esto una prueba, como lo
sostenía Destruge, de que San Martín realmente
maquinaba la anexión de dicha provincia al Perú?.
En verdad consideramos que ello es infundado, pues conocemos que
el propio San Martín explicó el 19 de enero los
objetivos del viaje y luego, a su regreso, explicó la
causa de la frustración del mismo. Ya hemos consignado que
en la nota aparecida en la Gaveta del 27 de febrero se dijo que
el Protector había regresado "por haber recibido noticias
en el sentido de que Bolívar marchaba sobre
Juanambú", es decir por la ruta interior. Y en la parte
considerativa del decreto de 3 de marzo por el cual encargaba a
Torre Tagle seguir encargándose del mando supremo,
expresaba el Protector: "Acontecimientos imprevistos nos han
obligado a diferir la entrevista que resolví tener con el
Libertador de Colombia: yo arribé casualmente a Huanchaco,
cuando me dirigí a Guayaquil, y supe que antes de venir el
general Bolívar al lugar de mi destino, había
determinado buscar en la campaña de Quito el sitio de
Carabobo, que él no duda encontrar donde quiera que
despliegue los colores del arco
iris". (4)
Si bien es cierto que en Huanchaco el Protector
recibió comunicaciones escritas que informábanle de
los planes de Bolívar de pasar a Guayaquil, no es menos
verdad que allí recibió asimismo noticias de la
decisión de Bolívar de ya no marchar a Guayaquil
sino abrir campaña por Pasto. Masur es quien ha puesto de
realce este punto, haciendo recordar que los cambios de planes
del Libertador se realizaron también en los primeros
días de enero de 1822, por lo que no hay razón para
pensar que San Martín no recibiera informaciones sobre
este hecho; y, lo que es más importante, el propio
Protector así lo consigna. Sabemos que Bolívar
permaneció en Bogotá entre el 2 y el 13 de
diciembre de 1821, emprendiendo ese último día
viaje hacia el sur. El 1 de enero ya se encontraba en Cali y a
los pocos días decidió abrir campaña sobre
Quito por Guayaquil, trasladándose con su ejército
hacia el puerto de Buenaventura y cuando ya estaba para
embarcarse recibió comunicaciones de Sucre
informándole de la llegada a Quito de refuerzos realistas
al mando de Juan de La Cruz Mourgeón así como
también de la sublevación de N. López, el
cual con el navío Alejandro y cuatro cañoneras
patrullaba las costas. En vista de estos sucesos el Libertador
desistió de su plan de pasar a
Guayaquil y acordó utilizar la vía interior, por la
terrible zona de Pasto. El 23 de enero llegaba a Popayán.
Como se podrá apreciar por este esquemático relato
de los movimientos de Bolívar, sobre los cuales G. Masur
ha puesto énfasis, la decisión de no ir por
Guayaquil sino por Pasto el Libertador la tomó los
primeros días de enero de 1822, de lo cual resulta
perfectamente claro que no se puede argumentar ningún tipo
de imposibilidad con relación a que San Martín, en
Huanchaco, recibiese informes al
respecto. I esto que parecería ser sólo una
posibilidad se convierte en un hecho demostrado, pues en la
Gaceta del Gobierno, de 27 de febrero, como ya lo hemos
señalado, se dice en forma expresa que San Martín
fue informado en Huanchaco que el Libertador marchaba sobre
Juanambú para concluir la guerra de la revolución
en Colombia, y, en el decreto de 3 de marzo el propio Protector
expresó que su retorno se debía al hecho de haberse
enterado que Bolívar no podría llegar a Guayaquil
por haber "determinado buscar en la campaña de Quito el
sitio de Carabobo". Cabe, a estas alturas, hacerse la pregunta:
Si San Martín, como sostienen los bolivaristas, realmente
regresó porque se informó que Bolívar se
encontraría en Guayaquil, ya que por allí
había decidido abrir campaña sobre Quito,
¿cómo es que informó al pueblo peruano de
que el Libertador había abierto campaña por el
interior, por Pasto?. Tal vez podría decirse que
expresó esto queriendo justificar su regreso, pero
resultaría sumamente curioso que realmente el Libertador
no usase la vía marítima sino la terrestre.
¿Simple coincidencia, según los bolivaristas?. Por
otro lado, debe considerarse que en la Gaceta del
miércoles 27 se decía que dicha noticia la
había obtenido San Martín tanto de la Junta
Guayaquileña como del propio general Sucre. Si en verdad
el Protector no hubiese recibido dicha información no se hubiese atrevido a que se
consignase esto, incluso tildándolas de "noticias
oficiales", pues cabía la posibilidad de ser desmentido
por el mismísimo Sucre. Es por estas razones que
consideramos que el Protector sí recibió en
Huanchaco noticias de que el Libertador marcharía sobre
Pasto, por lo que no podría llegar a Guayaquil; y es por
ello que San Martín decidió de inmediato regresar a
Lima. El propio Felipe Larrazábal, eximio historiador
bolivarista, sostuvo que esta fue la causa del regreso del
Protector.
Si el Protector, en febrero de 1822, renunció a
llegar a Guayaquil porque allí no se encontraría el
Libertador, resulta como consecuencia lógica
de aquello que San Martín no había maquinado la
anexión de dicha provincia al Perú y mucho menos ir
a decidir con su presencia dicho suceso. De allí que J.M.
Goenaga dijera: "Si San Martín hubiera tenido algún
pensamiento oculto que desarrollar, no habría
desperdiciado el momento propicio de encontrarse solo, para haber
influido en el ánimo de los habitantes de la provincia de
Guayaquil que vivían disputándose Colombia y el
Perú" (6) I en el mismo sentido el historiador J.C.,
Chaves afirma: "Si el Protector hubiese tenido en vista
–como han sostenido algunos historiadores- dar un golpe en
Guayaquil, al saber que su rival estaba ausente, lejos de
interrumpir su viaje lo hubiese acelerado, pues todo se le
facilitaba al poder actuar solo, sin rival, en Guayaquil. Ninguna
prueba más concluyente de que en esa ocasión
–enero de 1822- no iba a dar un "golpe" en Guayaquil como
tampoco fue ese su objetivo en julio del mismo año"
(7)
Pero los bolivaristas nos dicen que la prueba de que el
Protector regresó por la actitud de
Bolívar frente al problema guayaquileño la tenemos
en el hecho de que vuelto a Lima, de inmediato San Martín
ordenó que la división de Santa Cruz, que estaba
auxiliando a Sucre, retrogradase desde donde se encontrase y se
dirigiese sobre Lima. Esta decisión, de la cual a los
pocos días el propio gobierno peruano se arrepintió
y dio una contraorden al respecto, se explica a la luz de las ideas
de San Martín y de los peruanos con respecto a dicho
problema. San Martín veía con agrado una posible
anexión de dicho gobierno al Perú, pero en
última instancia lo supeditaba a la voluntad del pueblo
guayaquileño. Informado de los planes del Libertador, ello
debió de disgustarle y creyó que debía
adoptar una posición que pusiese en salvaguardia la
voluntad del pueblo guayaquileño (debe recordarse que la
propia junta de Guayaquil se dirigió a él en esta
emergencia). Ordenar el retiro de la división de Santa
Cruz era abrir un compás de espera para ver cómo
iba a decidirse la suerte de Guayaquil; de allí que se
ordenase a La Mar (personaje natural de Cuenca) que en caso de
solicitar auxilio el gobierno guayaquileño, se le brindase
con todas las fuerzas a su disposición. El gobierno
peruano (el mando supremo no estaba en poder de San Martín
sino del delegado Torre Tagle) pensó que era
contraproducente colaborar con fuerzas que podían
participar en la maniobra de la anexión de Guayaquil a
Colombia, de lo que podía resultar que el propio gobierno
peruano participara en esos planes, a los cuales estaba
totalmente opuesto. Así se explica las órdenes del
gobierno del Perú de 2 y 3 de marzo. Aunque pronto se
recapacitó sobre los gravísimos inconvenientes que
la orden dada a Santa Cruz crearía, tanto inmediatos como
mediatos, por lo que se resolvió, pocos días
después, revocar la orden de regreso dada a Santa
Cruz.
Podemos concluir diciendo que en Huanchaco San
Martín se informó tanto de los planes del
Libertador de decidir la agregación de Guayaquil a
Colombia, como de su decisión de abrir campaña por
Pasto. Que el saber que Bolívar no se encontraría
en Guayaquil; cuando él llegase a dicho puerto fue lo que
obligó a frustrar su viaje y regresar a Lima. Que la orden
del retiro de la división de Santa Cruz respondió a
los informes que logró sobre la actitud de Bolívar
frente al problema guayaquileño, y estimándose
posible una solicitud de auxilio por parte del gobierno y pueblo
guayaquileño, era necesario estar en condiciones para
cumplir con ello, para lo cual era necesario que la
división peruana que estaba auxiliando a Sucre abandonase
a éste y se pusiese a órdenes de La Mar, el cual
recibió la orden de ayudar a Guayaquil en el caso de que
se le solicitase auxilio militar. Que meditadas las consecuencias
negativas que para las relaciones entre Perú y Colombia e
incluso para la causa americana traería la orden de
retiro, se optó por dar una contraorden, la cual
permitió la gran victoria de Pichincha.
San Martín muy cautamente se había
percatado que su presencia en suelo
guayaquileño sin la presencia de Bolívar
despertaría, necesariamente, recelos y fue ello motivo que
también coadyuvó a su decisión de no
continuar su viaje en dicha dirección, según se puede apreciar
claramente en la siguiente carta dirigida a
Torre Tagle.
"Excmo. Sor. Marqués de Torre
Tagle
Trujillo, Febrero 12, 1822
Compañero y amigo amado.
Una corazonada de las mías me hizo tocar en
Huanchaco, por sí un incidente no había permitido
el que Arenales pasase a Piura: efectivamente, a mi arribo supe
que su salud no le
había permitido marchar y de consiguiente me hubiera
llevado un gran chasco: aquí he conferenciado con
él, y efectivamente veo que su salud no le permite
encargarse de aquel mando: en este conflicto he
tenido por conveniente nombrar a La Mar general de ella
dándole la orden para que inmediatamente pase a encargarse
de su mando, pues no he encontrado conveniente ni útil a
los intereses del Estado el
dejar aquella división en manos de Sucre: de este modo La
Mar por su mayor graduación se encargará del mando
del todo, y salvamos las dificultades que por la enfermedad de
Arenales se nos presentaba.
Consecuentemente a haber ya conferenciado con Arenales y
no tener otro objeto, igualmente que por no inspirar confianza a
los colombianos, y que no tomen celo los guayaquileños,
nos veremos en esa en breves días, para salir enseguida a
correr mis aventuras.
Cuidado, cuidado, y cuidado con el Jefe que se nombre
para relevar a Arenales: la provincia está en buena
tranquilidad, y con buenos deseos, pero se necesita en ella un
hombre de una
personalidad a
toda prueba y de una política capaz de conciliar todos los
intereses.
Mañana o pasado mañana me
embarco.
Mil cosas a todos nuestros amigos y se repite con los
sentimientos de siempre su invariable que lo conoce.
José de San Martín.
Venga a mí amigo inmediatamente dos buques para
llevar la recluta que se halla aquí y que no hace
más que consumir". (8)
Este documento es una prueba más de que San
Martín en ningún momento pensó en maquinar
una decisión violenta de Guayaquil en favor de su
anexión al Perú.
Además, para mayor, consistencia en lo que se
sostiene, existe otro documento, fechado a 3 de marzo de 1822,
dirigido a Bolívar, en respuesta a una de 23 de agosto de
1821 traída personalmente por el coronel Ibarra. En esa
carta del 3 de marzo, San Martín le dice a Bolívar:
"…la casualidad de haber arribado a Huanchaco cuando
salí del Callao con destino a Guayaquil para tener con
V.E. una entrevista, hizo que me informarse de la venida de V.E.
por Juanambú, con cuyo motivo regresé a
ésta, sintiendo tener que diferir la esperanza de aquella
entrevista,…" (9)
(1) Documentos de Archivo de San
Martín. Tomo XI, páginas 577 –
579.
(2) Gaceta del Gobierno del
miércoles 27 de febrero de 1822.
(3) Vicuña Mackenna, B.
"El Jeneral (sic) D. José de San Martín,
considerado según documentos enteramente inéditos".
(1863); páginas 45 – 46.
(4) Gaceta del Gobierno del
miércoles 6 de marzo de 1822.
(5) Masur, G. "The conference of
Guayaquil".
(6) Goenaga, J.M. "La entrevista
de Guayaquil". Página 9
(7) Chaves, J.C. "La Entrevista
de Guayaquil" Página 29
(8) Correspondencia entre San
Martín y Torre Tagle. Prólogo, recopilación
y ordenamiento de Javier Ortiz de Zevallos, Lima 1963;
página 102.
(9) Leguía y
Martínez, Germán. Op. cit.; tomo VII, página
220.
3. LOS CAUDILLOS SE ENCUENTRAN
(JULIO DE 1822)
LAS FUENTES
BÁSICAS SOBRE LA ENTREVISTA
La bibliografía sobre la entrevista de
Guayaquil es vastísima, pues como acontecimiento rodeado
de una aureola de misterio, ha incitado a los estudiosos a
intentar profundizar sobre tal suceso histórico. No
podemos dejar de señalar que la división entre
sanmartinianos y bolivaristas, en países que no son no
Argentina ni
Venezuela,
así como la intromisión del nacionalismo
en el enfoque de este hecho entre los historiadores argentinos y
venezolanos, no han hecho sino enmarañar este suceso. Sin
embargo, en estos últimos años se han publicado
estudios que podemos caracterizarlos por su espíritu
imparcial, en el sentido de que han superado el falso
nacionalismo y la idolatría deformante hacia uno u otro de
los libertadores.
Actualmente contamos con un número considerable
de las que podemos denominar fuentes primarias o básicas
sobre la entrevista de Guayaquil, constituidas tanto por las
versiones directas y personales de los propios libertadores como
por las versiones indirectas de los mismos, entendiendo por estas
últimas a todas aquellas que no aparecen rubricadas por
los libertadores perro que se nos dan como confidencias hechas
por ambos a sus amigos íntimos y que éstos las
consignaron ya en memorias,
crónicas o simples testimonios. La distinción entre
versiones directas e indirectas es sustancial, pues las fuentes
indirectas, desde un punto de vista eminentemente
metodológico, no deben ser equiparadas con las versiones
personales, porque tienen necesariamente que ser confrontadas y
comparadas con las directas para poder ser apreciadas en su justo
valor. Las
fuentes directas están constituidas por todos aquellos
documentos –relaciones, misivas, oficios, etc. –
firmados (o escritos bajo el dictado de ellos aunque firmado por
secretarios) por los libertadores que versen, ya íntegra o
parcialmente sobre la entrevista.
La versión personal de
Bolívar la encontramos en los siguientes
documentos:
a) Las dos
relaciones oficiales y reservadas sobre la entrevista enviadas
por José Gabriel Pérez, secretario de
Bolívar, por orden del Libertador, al Secretario de
Relaciones Exteriores del Gobierno de Colombia y a don Antonio
José de Sucre, Intendente del Departamento de Quito,
fechada ambas desde el cuartel general en Guayaquil, el 29 de
julio de 1822.
b) Las misivas
enviadas por el Libertador a Santander desde Guayaquil, con fecha
29 de julio de 1822, la primera, y 3 de agosto de 1822, la
segunda.
c) El
memorándum u oficio enviado por J.G. Pérez, por
orden Bolívar, a los Ministros de Estado y Relaciones
Exteriores de Perú y Chile,
suscritos en el cuartel general en Cuenca, el 9 de setiembre de
1822.
d) Carta a
Peñalver con fecha 26 de setiembre de 1822.
e) Nota de
Bolívar al Editor del "Correo Mercantil".
f)
Artículo satírico firmado bajo el seudónimo
de Juan Vanitas y Pedro Divermano.
Entre los testimonios que han quedado sobre la
entrevista de Guayaquil escritos por allegados de Bolívar,
tenemos a los de O’Leary, Restrepo, T.C. Mosquera, Heres y
M.A. López.
La fuente directa sanmartiniana está constituida
por los siguientes documentos:
a) Misiva de San
Martín a Guillermo Miller, fechada en Bruselas, el 19 de
abril de 1827.
b) Misiva de San
Martín a Ramón
Castilla, de 11 de setiembre de 1848.
c) Proclama del
Protector del Perú al pueblo peruano, informándole
sobre su entrevista con Bolívar.
d) La "discutible
"discutida" misiva de San Martín a Bolívar de 29 de
agosto de 1822, conocida con el nombre de "Carta de
Lafond".
Los testimonios indirectos, aparecidos como
confidencias, por parte de San Martín, son varios, a
diferencia de lo ocurrido con Bolívar que si hizo
confidencias sobre la entrevista, que debió hacerlas entre
sus allegados más íntimos, éstos no
especificaron que se trataba realmente de confidencias.
Recibieron confidencias de labios de San Martín el general
Tomás Guido, el brigadier Cruz, Enrique Martínez,
Juan Manuel Iturregui, Mariano Balcarce y D.F.
Sarmiento.
Fuente valiosa [para el estudio sobre todo del aspecto
externo de la entrevista, constituye la Relación del
edecán de San Martín don Rufino Guido, que estuvo
en Guayaquil acompañado, en calidad de
Edecán al Protector del Perú. Sobre la base de los
apuntes de Rufino Guido preparó Jerónimo Espejo una
versión sobre la entrevista de Guayaquil.
·
EL ENCUENTRO
Los últimos días de febrero de 1822 el
Protector llegó al Callao procedente de Huanchaco. El 3 de
marzo decretaba que Torre Tagle continuase al mando de la
administración, en tanto él se encargaba de
preparar la campaña a puertos intermedios.
En el mes de abril las fuerzas patriotas al mando de
General Pío Tristán sufrieron el vergonzoso
revés de Macacona. A mediados de enero de 1822 la
división patriota v comandada por Tristán
habíase situado en Ica. El virrey, con el objeto de
derrotar a esta división, ordenó que Valdés
–situado en Arequipa- y Canterac, acantonado en Huancayo,
marchasen sobre Ica, Tristán al informarse del movimiento de
las fuerzas al mando de Valdés, ordenó a Gamarra,
Jefe de su Estado Mayor, salir a su encuentro. Pero
informándose poco después del movimiento
simultáneo de las fuerzas de Canterac, ordenó el
regreso de las fuerzas de Gamarra. Tristán y Gamarra
optaron por escapar hacia Lima, pero en Macacona fueron cortados
en su huida por las fuerzas de Canterac.
El 7 de abril de 1822 las fuerzas patriotas fueron
batidas por las realistas capitaneadas por Canterac. Canterac y
Valdés se reunieron en Huaitara, desde donde regresaron a
sus respectivos emplazamientos.
Antes de marchar a Guayaquil entró San
Martín en tratos diplomáticos con La Serna, en
búsqueda de una solución pacífica que
tuviera como base fundamental el reconocimiento de la independencia.
El Protector le argumentaba al virrey, la gran superioridad
militar patriota y el aislamiento realista. La Serna
señaló no tener poderes suficientes para negociar
sobre la base del reconocimiento de la independencia del
Perú, y respondiendo a San Martín sobre la
pretendida superioridad patriota, le señalaba que
aún contaba con abundantes recursos para
proseguir la guerra.
El Protector debió meditar sobre la verdadera
situación político-militar del Perú. A pesar
de que con gran júbilo se había proclamado la
independencia, en el terreno de los hechos el Perú
aún no era realmente libre, toda vez que el
ejército realista permanecía intacto en sus
acantonamientos del centro y sur del país. Mientras dicho
ejército permaneciese en el Perú, no se
podía hablar realmente de independencia y libertad. Era
pues indispensable derrotarlo, pero para ello era necesario
concebir un plan adecuado y buscar todos los elementos que
asegurasen el éxito. Fue así que San Martín
concibió su plan a puertos intermedios, el cual
requería, para llevarlo a cabo con éxito, de un
numeroso y poderoso ejército, que en aquel momento San
Martín no disponía. Es por ello que decidió
solicitar ayuda de las Provincias Unidas del Río de la
Plata, de Chile y de Colombia. Al primero de los estados
nombrados envió como comisionado a don Antonio
Gutiérrez de la Fuente, quien fracasó en su
gestión
a causa de la indiferencia del gobierno de Buenos Aires. Con
Colombia el asunto se facilitó, pues el Libertador
había enviado al Perú a Joaquín Mosquera,
para firmar un tratado de unión. El 6 de julio de 1822
Joaquín Mosquera por Colombia y Bernardo
Monteagudo por el Perú, suscribieron dos tratados de
"unión, federación y liga" por los cuales quedaban
ambas naciones unidas
en sus fuerzas, en sus intereses y en sus ciudadanías
recíprocas, aunque conservando cada una de ellas su
independencia y plena autonomía.(1)
Ya hemos comentado tanto la misiva de 3 de marzo, del
Protector al Libertador, como la de 22 de junio, de
Bolívar a San Martín, en respuesta a la anterior,
donde se expresaban ambos caudillos sus deseos de verse reunidos
en algún lugar de América. Asimismo mencionamos que
el día 13 de julio el Protector se volvió a dirigir
a Bolívar, esta vez para informarle que antes del 18
saldría del Callao rumbo a Guayaquil para de allí
pasar a Quito, "a saludar a V.E." y "combinar en grande los
intereses que nos han confiado los pueblos para que una
sólida y estable prosperidad les haga conocer mejor el
beneficio de su independencia".
El 14 de julio el Protector zarpó del Callao a
bordo de la goleta "Macedonia", rumbo a Guayaquil. El viaje fue
sin contratiempos; al rayar el día 25 la mencionada
nave fondeaba en la isla de Puná. Allí
recibiría noticias inesperadas. La primera de ellas, que
Bolívar se encontraba en Guayaquil desde el 11 de julio
(San Martín había pensado que la entrevista se
realizaría en Quito, donde suponía que aún
se encontraría Bolívar cuando él llegase a
Guayaquil). Las otras noticias que recibió, tanto de
labios de los depuestos miembros de la junta guayaquileña
como de La Mar y Salazar, fueron sobre la deposición de la
junta, la agregación fáctica de Guayaquil a
Colombia, así como la realización de comicios para
legalizar la anexión. Fueron estos personajes citados, los
primeros que se entrevistaron con el Protector a bordo de la
"Macedonia". San Martín les retribuyó la visita,
entrevistándose con ellos a bordo del navío
"Protector" que albergaba a los refugiados.
La llegada de la "Macedonia" a Guayaquil fue comunicada
por el vigía de la isla Puná. Bolívar,
sorprendido totalmente por lo inesperado de este suceso, pues no
había recibido la carta de San Martín de 13 de
julio, ya que ella había sido dirigida hacia Quito,
envió de inmediato una comisión integrada por el
coronel Torres y tres edecanes, portando una misiva en la que en
forma fidedigna se refleja la sorpresa de la visita:
"En este momento hemos tenido la muy satisfactoria
sorpresa de saber que V.E. ha llegado a las aguas de Guayaquil.
Mi satisfacción está turbada, sin embargo, porque
no tendremos tiempo para preparar a V.E. una mínima parte
de lo que se debe al Héroe del Sur, al Protector del
Perú. Yo ignoro además si esta noticia es cierta,
no habiendo recibido ninguna comunicación digna de darle fe".
(2)
San Martín, por su parte, antes de haber recibido
a la comisión enviada por Bolívar, envió,
ante el Libertador, a su edecán Rufino Guido para
comunicarle su arribo a Guayaquil. En la versión de Rufino
Guido, que veremos que hay que someterla a un minucioso
análisis crítico, se señala
que San Martí le dio la misión de
"felicitar al general Bolívar por su feliz arribo a aquel
punto y asegurarle que al día siguiente iría (San
Martín) a tener el gusto de hacerle una visita". Guido fue
agasajado con un almuerzo por el Libertador. Ya de regreso a la
"Macedonia", dio cuenta, al Protector, de su misión. La
versión de Guido adolece de un error, porque hace aparecer
como si él hubiese conocido exactamente lo que San
Martín le decía a Bolívar, cuando lo que
realmente hizo fue entregar al Libertador una carta del
Protector. El historiador J.C. Chaves señala que en dicha
carta San Martín debió expresarle al Libertador que
si su presencia en tierra guayaquileña podía causar
algunos problemas, la entrevista podía realizarse en la
propia goleta "Macedonia". Leída por Bolívar
esta comunicación, de inmediato escribió una
respuesta, la cual puso en manos de Guido para que se la
entregase al Protector. Esta segunda misiva escrita por el
Libertador al Protector, el 25 de julio, sería la
encargada de convencer a San Martín de que debía
desembarcar. En este misiva, leemos:
"Tan sensible me sería que Ud. no venga hasta
esta ciudad como si fuéramos vencidos en muchas batallas;
pero no, Ud. no dejará burlada el ansia que tengo de
estrechar en el suelo de Colombia al primer amigo de mi
corazón y de mi patria. ¿Cómo es posible que
Ud. venga de tan lejos, para dejarnos sin la posesión
positiva en Guayaquil del hombre singular que todos anhelan
conocer y, si es posible, tocar? No es posible, respetable
migo; yo espero a Ud. y también iré a encontrarle
donde quiera que Ud. tenga la bondad de esperarme; pero sin
desistir de que Ud. nos honre en esta ciudad. Pocas horas, como
Ud. dice, son bastantes para tratar entre militares, pero no
serán bastantes esas mismas horas para satisfacer la
pasión de la amistad que va a
empezar a disfrutar de la dicha de conocer el objeto caro que se
amaba sólo por la opinión, sólo por la
fama". (3)
Debemos señalar que Leguía y
Martínez consideró, erradamente, que esta carta la
escribió Bolívar sin saber que San Martín ya
había anclado en el Puerto de Guayaquil. El citado
historiador la consideró como una respuesta a la carta que
San Martín le envió al Libertador el 13 de julio.
(Ver: Leguía y Martínez, op. cit., t. VII, pp.
227-228)
Podría ser, como considera Guillermo Ruiz Rivas,
en su "Simón Bolívar, más allá del
mito", que
fuera el propio edecán Torres, y no Guido, quien llevase
la noticia de que el Protector no deseaba desembarcar, y que,
asimismo, un edecán del Libertador fuera el encargado de
llevarle al Protector la segunda misiva de 25 de julio. Pero sea
de una u otra forma, lo cierto es que esta misiva fue
escrita como respuesta a una inmediatamente anterior del
Protector y esta razón por la que
señalábamos que Leguía y Martínez se
equivocó al considerar que era una respuesta a la misiva
del Protector del 13 de julio.
¿Por qué San Martín, después
de tan largo viaje, dudó en pisar tierra
guayaquileña? Algunos sostienen que el Protector, en esta
oportunidad, había viajado a Guayaquil para decidir
la anexión de este territorio al Perú, pero que al
saber que Bolívar se encontraba allí no le
quedó otra alternativa que la de optar por una
entrevista informal. Esta versión la encontramos en la
Relación de Rufino Guido, quien al respecto dice lo
siguiente:
"El general San Martín salió del Callao
para Guayaquil, con el objeto ostensible de obtener una
entrevista con el general Bolívar; pero muy
reservadamente, con el de apoderarse de aquel importante
departamento que se había declarado en favor del
Perú, anticipándose al general Bolívar,
cuyas intenciones y movimientos de sus tropas al efecto,
habían llegado a noticia del gobierno peruano".
Y líneas más adelante,
continúa:
"Llegados a la Puná, se supo allí con
sorpresa que ya el general Bolívar se había
apoderado del puerto codiciado, noticia que nos dieron varios
jefes y oficiales del ejército argentino, que se
habían retirado de Guayaquil con motivo de aquel suceso
inesperado para ellos.
Entonces el general San Martín, variando de plan,
porque ya no podía llevar a cabo su propósito, se
decidió por la entrevista, que era lo que todo el mundo
sabía y creía" (4)
En realidad, esta versión primigenia que
aún se sigue repitiendo, no refleja exactamente la
verdad de los hechos. Lo que hizo que San Martín
propusiese una entrevista a bordo de la "Macedonia", fue su
preocupación por los problemas que podía causar su
presencia en la ciudad de Guayaquil. Debemos recordar que los
primeros en conversar con el Protector fueron los miembros de la
junta depuesta, además de La Mar y Salazar, los cuales
debieron pintarle, en forma por demás hostil a
Bolívar y a Colombia, así como presentarle
tendenciosamente la situación política de
Guayaquil, existiendo -lo que es innegable- un grupo
properuanista, y debiendo el pueblo guayaquileño, en pocos
días, por decisión de Bolívar, legalizar en
las urnas lo que manu militari había hecho el Libertador.
El Protector debió pensar que su presencia podía
alterar el orden y esto crearle problemas a Bolívar. Para
evitar todo ello, consideró San Martín que no
debía pisar tierra guayaquileña. Por todo esto
resulta falsa la versión e interpretación de Guido,
que a pesar de su categoría de Edecán no
conocía todos los hechos, e incluso no era informado de
todo por el Protector. tan es así, que Guido no dice nada
sobre la duda de San Martín sobre si desembarcar o no, e
incluso Guido señala que él fue a decirle al
Libertador que San Martín lo iría visitar al
día siguiente (26 de julio), cuando sabemos que
éste, el Protector, lo decidió sólo al
recibir una segunda carta de Bolívar, en la que con
palabras llenas de halago y emoción, lo convenció
para que bajase a tierra guayaquileña.
En la mañana del 26 de julio, Bolívar
visitó al Protector, el cual se encontraba a bordo
de la "Macedonia". Esta visita, malintencionadamente, no es
mencionada por Rufino Guido, pero está consignada en las
Relaciones enviadas por orden del Libertador tanto al gobierno de
Bogotá como a la Intendencia de Quito. En la primera de
estas Relaciones, se dice, sobre ella, lo siguiente:
"Desde que S.E. el Protector vio a bordo a S.E. el
Libertador, le manifestó los sentimientos que le animaban
de conocer a S.E., abrazarle y protestarle una amistad la
más íntima y constante. Seguidamente lo
felicitó por su admirable constancia en las adversidades
que había experimentado y por el más completo
triunfo que había adquirido en la causa que defiende,
colmándolo, en fin, de elogios y exageraciones lisonjeras.
S.E. contestó del modo urbano y noble que en tales casos
exigen la justicia y la
gratitud" (5)
Bolívar debió subir a bordo de la
"Macedonia", tal vez pensando en la posibilidad de que el
Protector se negaría a entrevistarse con él,
en tierra. Consideraba, Bolívar, que su presencia en la
"Macedonia" para un diálogo
directo, preliminar y de cortesía, convencería a
San Martín de que no era posible haber ido de tan lejos
para no bajar a tierra. Los resultados fueron totalmente
exitosos, pues el Protector aceptó la invitación de
Bolívar para desembarcar y reunirse en la casa de los
Luzurriaga, ese mismo día, al mediodía.
Al mediodía del 26 de julio de 1822,
descendió San Martín con su comitiva
(acompañábanlo La Mar, Salazar, el coronel Manuel
Rojas -Secretario de la legación peruana-, sus edecanes
Rufino Guido y Salvador Soyer y una escolta integrada por 25
húsares). Desde el muelle hasta la casa escogida para el
encuentro de los dos libertadores, se encontraba formado un
batallón de infantería, que en orden de
parada hizo, al Protector, los honores que por su alta
graduación y rango se le debían" (6)
Al llegar a la mencionada residencia, Bolívar,
que lo esperaba al pie de la escalera, se adelantó y
estrechándole la mano, le dijo: "al fin se cumplieron mis
deseos de conocer y estrechar la mano del renombrado general San
Martín" (7) Comenzaron enseguida las felicitaciones de las
corporaciones, de las diversas personalidades y de las damas
guayaquileñas. Una de ellas, la hermosa
guayaquileña Carmen Calderón Garaicoa, fue la
encargada de colocarle, al Protector, una corona de laurel
esmaltada. San Martín, al cual sorprendió este
simpático gesto, apenas coronado y en presencia aún
de la señorita Garaicoa, quitóse de sus sienes la
corona y le agradeció galantemente a la mencionada dama,
expresándole "que él no merecía semejante
demostración, que había otros que la
merecían más que él, pero que no
podía tampoco despojarse de un presente de tanto
mérito, por las manos de quien venía y por el
patriótico sentimiento que lo había inspirado;
agregando que lo conservaría eternamente, como recuerdo de
uno de sus más felices días" (8). Debemos
señalar que Vicuña Mackenna, en Lima,
recogió de la propia Carmen Garaicoa los pormenores del
coronamiento de San Martín, siendo informado que dicho
acto fue preparado por el propio Libertador Bolívar. Con
esto se desvanece la leyenda, forjada por Rufino Guido en su
relación de la entrevista, de la envidia del Libertador
ante esta muestra de
aprecio hacia la persona del
Protector.
Habiendo concluido el ceremonial del recibimiento, ambos
libertadores tuvieron su primera entrevista en tierra, la cual
fue a puerta cerrada y sin testigos, prolongándose por
espacio de hora y media.
En la tarde del mismo 26, el Protector visitó a
Bolívar en su casa, teniendo ambos caudillos
una nueva entrevista confidencial, aunque esta vez
más corta, pues duró aproximadamente una media
hora. Al término de ella, el Protector retiróse a
su alojamiento, donde en aquella noche del 26 recibió el
saludo de numerosísimas personas.
El día 27, que sería el último de
permanencia en Guayaquil, fue sumamente agitado para San
Martín. Antes de ir a visitar nuevamente al Libertador,
dejó arreglado todo el equipaje, pues debía partir
inmediatamente después de su asistencia a una
fiesta, que en su honor, se daría esa noche en el Cabildo.
Al mediodía el Protector abandonó su alojamiento y
se trasladó a casa del Libertador, donde sostuvo con
éste una tercera entrevista, tan confidencial como las dos
primeras, y más larga que ellas, pues se
prolongó de la una a las cinco de la tarde. Habiendo
concluido la entrevista, ambos libertadores se trasladaron a un
gran salón donde se llevó a cabo un banquete en
honor del visitante, ofrecido por Bolívar; la
reunión se prolongó hasta las siete de la
noche.
A las nueve de la noche el Protector asistió al
gran baile que, en su honor, se realizó en el salón
del Cabildo. La fastuosa fiesta, que era engalanada por lo
más selecto de la sociedad
guayaquileña, así como por jefes y oficiales
del ejército colombiano, tenía en San Martín
y Bolívar dos estrellas que refulgían
más que las lumbres que iluminaban el vistoso
salón. A la una de la mañana, del ya 28 de julio,
el Protector comunicó al Libertador su retiro, el cual se
llevó a cabo en forma sigilosa, sin que nadie se diese
cuenta, a través de una puerta excusada. San Martín
fue acompañado por el Libertador hasta el muelle, lugar
desde el cual ambos caudillos se despidieron. Nunca
más volverían a verse.
Guido nos narra el retiro de la siguiente manera:
"…sin despedirse el general sino del libertador y sin que
nadie se apercibiera de semejante despedida, lo que tal vez
había sido acordado entre ambos, porque no se alterase el
buen humor de la concurrencia, pues que uno solo de sus ayudantes
nos hizo salir por una puerta excusada y nos
acompañó hasta el momento de embarcarnos…" (9) La
despedida en el muelle fue emotiva, porque aunque hubiesen
discrepado en diversos puntos y tuviesen ideas diferentes en
algunos aspectos, sin embargo, por encima de todo eso, se
sentían hermanados en la lucha por la libertad y
tenían conciencia del
rol principalísimo que, como jefes del movimiento
separatista, jugaban en América. Bolívar al momento
de la despedida le hizo entrega a San Martín de un
presente, un pequeño retrato suyo (el del propio
Bolívar), una miniatura grabada en marfil. El Protector
agradeció el presente y en el momento culminante de la
despedida le dijo: "Ahora le queda a usted, general, un nuevo
campo de gloria, en el que va usted a poner el último
sello a la libertad de América". (10) Tanto el presente de
Bolívar como las palabras del Protector están
confirmadas por éste en carta enviada a Guillermo Miller
desde Bruselas, con fecha 19 de abril de 1827.
Después de más de 20 días de
travesía, San Martín llegó a su destino,
ingresando a la ciudad de Lima el 19 de agosto, siendo aclamado
vivamente por el pueblo limeño. (11) A su llegada al
puerto del Callao fue informado de una ingrata noticia: la
deposición de su ministro Bernardo Monteagudo. El
día 21 el Protector aceptó la renuncia, que un
día antes le presentara Torre Tagle, estableciendo que
él (San Martín) reasumiría el mando
supremo al día siguiente, 22 de agosto de 1822.
(12)
(1) Los tratados de federación, en:
-Blanco y Azpurua "Documentos para la historia de la
vida pública del Libertador…" (Caracas, 1876) tomo VIII;
pp. 453 – 457
(2) Lecuna, V. Cartas del Libertador" tomo III; pp.57 –
58
Leguía y
Martínez, G. Op.cit; tomo VII, p. 230
García del Real,
Eduardo "San Martín" (1984) p. 180
(3) García del Real, Eduardo Op. cit;
p.181
Lecuna, V. Op. cit.; pp
56-57
(En la colección O'Leary
esta carta figurada por duplicado. En el tomo XXIX, pp. 210-211
se consigna con fecha 25 de julio de 1821, que es incorrecta; en
tanto que en las páginas 250-251 del mismo tomo aparece
con su fecha correcta, 25 de julio de 1822)
(4) La Relación de Rufino Guido, en:
-Lecuna, V. "La
Entrevista de Guayaquil" tomo II; pp. 248-253
(5) La Relación al Gobierno de Bogotá,
en:
-Lecuna, V. Op. cit; tomo
II; pp. 237-244
(6) Relación de Rufino Guido.
(7) Relación de Rufino Guido.
(8) Relación de Rufino Guido.
(9) Relación de Rufino Guido.
(10) Misiva de San Martín a Miller de 19-04-1827,
en:
-Documentos del
Archivo de San Martín; tomo VII; pp. 439 – 443
(11) Ver sobre la llegada de San Martín, en la
Gaceta del Gobierno del Miércoles 21/08/1822.
(12) Sobre la renuncia de Torre Tagle y la
decisión de reasumir el mando por parte de
San
Martín,
ver:
-"Correspondencia de San Martín y Torre Tagle"
Prólogo, recopilación y ordenamiento de
Javier Ortiz de Zevallos.<>
TERCERA
PARTE
(LO TRATADO)
1. CONFIDENCIALIDAD DE LAS ENTREVISTAS
Hasta aquí solo hemos narrado lo exterior de la
entrevista, su epidermis, en lo cual todos los estudiosos de
este acontecimiento histórico están casi
completamente de acuerdo. Pero debemos, a partir de este
capítulo, hacer una presentación por dentro de la
entrevista, es decir, tratar de dilucidar lo concerniente a lo
que se trató en ellas. Aquí el problema de se
hace serio y la uniformidad de opiniones desaparece, para dar
lugar a diversas interpretaciones. Es cierto que ya no podemos
seguir repitiendo que la entrevista de Guayaquil es un gran
enigma, pero no es menos verdad que aún permanecen oscuros
algunos aspectos de ella.
Debemos, en primer lugar, ver si las entrevistas
entre los libertadores tuvieron o no testigos. La opinión
casi unánime de los historiadores se pronuncia por el
carácter confidencial de las mismas,
basándose en la su vez casi unánime versión
que al respecto dieron los cronistas de este acontecimiento. Son
muy pocos los que sostienen que dichas conferencias tuvieron
testigos. El primero en sostener esto último y que se
declaró haber participado en ellas en calidad de
secretario de Bolívar y encargado de tomar notas de las
conversaciones fue el general Tomás Cipriano Mosquera.
Así lo sostuvo en el número 46 de la Crónica
de Nueva York de 1851 donde publicó una versión
sobre la entrevista de Guayaquil.. Posteriormente
publicaría su "Memoria sobre la
vida del general Simón Bolívar" donde se
volvió a ratificar su afirmación, supuestamente
para corregir al historiador peruano Mariano Felipe Paz
Soldán quien sostenía que dichas entrevistas no
había tenido testigos. T.C. Mosquera escribe: "El
señor Mariano Paz Soldán en su Historia del
Perú independiente asegura que nadie presenció
ninguna de las conversaciones de Bolívar y San
Martín, porque nadie se consideraba bastante grande para
acercárseles en los momentos que hablaban; y en seguida
confiesa que San Martín propuso el establecimiento de una
monarquía en el Perú y que
Bolívar no aceptó porque él prefería
la dictadura o
una presidencia vitalicia como lo probó después; y
en esta aseveración el señor Paz Soldán,
quiere hacer misteriosa la entrevista de Bolívar con San
Martín y estudiosos como es el señor Paz
Soldán, pudo leer en el N° 46 de la Crónica de
Nueva York de 1851 en que hice yo la relación de aquella
entrevista, como secretario del Libertador que asistí a
ella para tomar notas, lo mismo que el señor Soyer
secretario privado de San Martín" (1)
Rufino Guido, quien fuera Edecán de San
Martín y que había estado presente en Guayaquil
acompañando al Protector del Perú, al tomar
conocimiento de la afirmación de T.C. Mosquera
envió al diario "La Nación" la siguiente
aclaración:
"Señor Redactor de La Nación. Acabo de
leer en su apreciable diario de hoy un artículo que
transcribe usted de uno de los diarios de Panamá,
escrito por el general Mosquera, en el que asegura éste
que lo que se refiere sobre la entrevista del general San
Martín y Bolívar, lo sabe como testigo presencial,
como pudo saberlo también el teniente coronel Soyer, uno
de sus ayudantes de campo, que entramos al despacho del
Libertador, para tomar notas de las conferencias.
El general Mosquera creyó, sin duda, cuando
escribió su artículo, que había muerto
también el coronel Guido así como había
fallecido en Lima hacía muchos años el teniente
coronel Soyer, pero felizmente vive el primero para asegurar que
no es cierto que hubiese presenciado la entrevista, ni Soyer
tampoco, porque solo el general San Martín y
Bolívar estuvieron encerrados por más de dos
horas
Es posible que el Libertador que tenía confianzas
en Mosquera le impusiese después de algunos puntos de la
conferencia,
pero oírlo él de boca de un interesado, a
oírlo mientras la discutían aquellos dos grandes
hombres de la época habrá una gran diferencia"
(2)
Pocos son los historiadores que sostienen que las
conferencias entre los caudillos tuvieron testigos. Entre estos
tenemos a Carlos Cortés Vargas quien sostiene que
estuvieron presentes T.C. Mosquera, J.G. Pérez, y muy
probablemente Gómez, aunque ninguno dela comitiva de San
Martín Sin embargo si esto hubiera ocurrido así
Mosquera lo hubiese señalado y no hubiese señalado
solo a Soyer (3). Por otra parte Mosquera fue desmentido por
Rufino Guido. Asimismo Cortes Vargas considera que J.G.
Pérez fue quien tomó los apuntes de las
conversaciones pero ya sabemos que Mosquera se atribuye dicha
función. Todo esto significa que en
realidad las entrevistas se llevaron a cabo sin la presencia de
ningún testigo, fuese secretario, edecán o
ayudante. Como tendremos oportunidad de ver más adelante
las Relaciones Oficiales enviadas por J.G. Pérez, por
orden del Libertador, al Gobierno de Bogotá y a la
Intendencia de Quito fueron realmente dictadas por el propio
Bolívar.
(1) Mosquera, T. C. "Memoria sobre la vida del general
Simón Bolívar" (1940) p. 460
(2) Carta de R. Guido al diario "La Nación",
en:
Documentos del Archivo de San Martín, tomo VIII,
p. 438. También en G. Leguía y Martínez, op.
cit.,tomo VII, pp. 256-257
(3) Cortes Vargas, C. Participación de Colombia
en la libertad del Perú" tomo I.
2. LA VERSIÓN DE LOS LIBERTADORES: LA
VERSIÓN DE SAN MARTÍN
El análisis de cada uno de los diversos
testimonios que nos ha dejado San Martín sobre la
entrevista con su par Simón Bolívar nos ha de
permitir fijar en forma clara y precisa cual fue la
versión del Protector del Perú acerca de este
acontecimiento. Haremos lo propio con los testimonios de
Bolívar. De esta manera lograremos obtener en forma exacta
la versión personal de cada una de las partes de la
entrevista. Teniendo precisadas estas dos versiones podremos,
mediante un análisis comparativo y crítico, obtener
una imagen bastante
fiel de lo que fue y significó dicho suceso
histórico. Para mayor rigor metodológico,
analizaremos, asimismo, aquellas versiones de los personajes que
recibieron confidencias tanto de San Martín como de
Bolívar, así como también las versiones de
algunos personajes que, por haber sido coetáneos de los
sucesos y haber estado vinculados con uno u otro de los
caudillos, pudieron recoger lo que común y corrientemente
se hablaba o sospechaba acerca de la entrevista realizada en
Guayaquil .
- Proclama del Protector al pueblo peruano
informándole de su reunión con
Bolívar.
Inmediatamente después de llegar a Lima, de
regreso de Guayaquil, San Martín lanzó una proclama
al pueblo peruano en la que en forma lacónica le daba
cuenta de su entrevista con Bolívar. Apareció
publicada en la Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. Dicha
proclama fue la siguiente:
"El 26 de julio próximo pasado, en que tuve la
satisfacción de abrazar al héroe de
Sud-América fue uno de los más felices de mi vida.
El Libertador de Colombia no sólo auxilia a este Estado
con tres de sus bravos batallones, que unidos a la valiente
división del Perú al mando del General Santa Cruz,
vienen a terminar la guerra de la América, sino
también remite con el mismo objetivo un considerable
armamento. Tributemos todos un reconocimiento eterno al inmortal
BOLÍVAR.
San Martín (1)
- Misiva a Guillermo Miller
La misiva de San Martín a Guillermo Miller,
suscrita desde Bruselas con fecha 19 de abril de 1827 constituye
la primera versión testimonial personal, directa e
incontrovertible de San Martín con relación a su
entrevista con Bolívar. Fue publicada por vez primera en
1900 por Ernesto Quesada, en un folleto titulado "Las reliquias
de San Martín". Como más adelante analizaremos,
existe una supuesta carta de San Martín a Bolívar
fechada desde Lima el 29 de agosto de 1822 (que la
convertiría en la primera versión personal de San
Martín) en la cual se habla acerca de la entrevista de
Guayaquil. Sin embargo es necesario precisar que en torno a esta
misiva existe una controversia que mantiene aún dividida a
los historiadores acerca de su autenticidad, por lo que
preferimos analizarla en sección aparte y no dentro de los
testimonio personales de San Martín.
La carta a Miller de 19 de abril de 1827 no está
íntegramente dedicada a narrar pormenores de la
entrevista. Miller le había solicitado a San Martín
detalles sobre la acción de San José y sobre la
logia de Buenos Aires. Asimismo le había hecho saber que
cierto personajes (cuyo nombre no se menciona) afirmaba que
él (San Martín) había querido coronarse rey
del Perú y que ese había sido el principal objeto
de la entrevista de Guayaquil. Es este el motivo que permite a
San Martín escribirle a Miller unas cuantas líneas
sobre este acontecimiento. Reproducimos a continuación la
parte de misiva dedicada a la entrevista:
"Si, como no dudo (y esto porque me lo asegura el
general Miller) el cierto personaje ha vertido estas
insinuaciones, digo que lejos de ser un caballero, sólo
merece el nombre de un insigne impostor y despreciable pillo,
pudiendo asegurar a usted, que si tales hubieran sido mis
intenciones no era él quien me hubiera hecho cambiar mi
proyecto. En
cuanto a mi viaje a Guayaquil, el no tuvo otro objeto que el de
reclamar del general Bolívar los auxilios que pudiera
prestar para terminar la guerra del Perú, auxilio que una
justa retribución (prescindiendo de los intereses
generales de América) lo exigía por los que el
Perú tan generosamente había prestado para libertar
el territorio de Colombia. Mi confianza en el buen resultado
estaba tanto más fundada, cuanto el ejército de
Colombia después de la batalla de Pichincha, se
había aumentado con los prisioneros y contaba 9600
bayonetas, pero mis esperanzas fueron burladas al ver que en mi
primera conferencia con el libertador me declaró que
haciendo todos los esfuerzos posibles sólo podría
desprenderse de tres batallones con la fuerza total
de 1070 plazas. Estos auxilios no me parecieron suficientes para
terminar la guerra, pues estaba convencido que el buen
éxito de ella no podía esperarse sin la activa y
eficaz cooperación de todas las fuerzas de Colombia;
así es que mi resolución fue tomada en el acto,
creyendo de mi deber hacer el último sacrificio en
beneficio del país. Al siguiente día y en presencia
del vicealmirante Blanco, dije al libertador que habiendo
convocado el congreso para el próximo mes, el día
de su instalación sería el último de mi
permanencia en el Perú, añadiendo: ahora le queda a
usted general un nuevo campo de gloria en el que va usted a poner
el último sello a la libertad de América. (Yo
autorizo y ruego a usted escriba al general Blanco a fin de
ratificar este hecho). A las dos de la mañana del
siguiente día me embarqué, habiéndome
acompañado Bolívar hasta el bote, y
entregándome su retrato como una memoria de lo sincero de
su amistad; mi estadía en Guayaquil no fue más que
de 40 horas, tiempo suficiente para el objeto que llevaba;
dejemos la política y pasemos a otra cosa que me interesa
más…" (2)
¿Quién fue el personaje misterioso que
había afirmado que la entrevista había tenido como
objetivo la coronación de San Martín como rey del
Perú? Algunos historiadores sostienen que el
incógnito personaje al cual hace referencia Miller no es
otro mas que el propio Bolívar. Entre los que sostienen
esto está nada menos que don Vicente Lecuna, quien dice
que el calificativo de "insigne impostor y despreciable pillo"
dado por san Martín "no es condicional, sino efectivo,
dada su afirmación de que él (San Martín) no
dudaba de las declaraciones que le atribuye a Miller".
Según Lecuna esta opinión de San Martín es
explicable por el resentimiento que sentía hacia
Bolívar a consecuencia de su fracaso de incorporar
Guayaquil al Perú. Lecuna dice: "…y no nos sorprende
este error del general San Martín, porque por el fracaso
de su plan de incorporar la provincia, él se fue de
Guayaquil propiamente disgustado y resentido contra
Bolívar".
En realidad todos aquellos que sostienen que el
innombrado personaje de la carta a Miller es Bolívar,
carecen de prueba alguna para hacer tal aseveración y,
como veremos, tanto el del texto mismo de
la misiva como sobre lo que sabemos acerca de la vida
íntima de San Martín en su retiro en Europa, se puede
deducir que es muy improbable, por no decir totalmente imposible,
que el misteriosos personaje a que se hace referencia sea
Bolívar.
Debemos, en primer lugar, decir que los calificativos de
"insigne impostor y despreciable pillo" sólo están
condicionados a la veracidad de lo comunicado por Miller, pero
como San Martín no duda de este personaje,
lógicamente los calificativos para el desconocido
personaje son reales.
Para los historiadores argentinos Ricardo Rojas y
Enrique Gandía, entre otros, realmente el misterios
personaje era el peruano José de la Riva Agüero.
Consideramos que es muy probable que así sea, porque
conocemos que el San Martín en varias ocasiones se
refirió él en términos sumamente duros.
Así por ejemplo, cuando Riva Agüero le
solicitó su colaboración en la guerra civil que se
había desatado en el Perú, San Martín, en
misiva de 23 de octubre de 1823 le respondió:
"Pero ¿cómo ha podido usted persuadirse
que los ofrecimientos del general San Martín, a los que
usted no se ha dignado contestar, fueran jamás dirigidos a
un particular, y mucho menos a su despreciable persona?
¿Es inconcebible su osadía grosera al hacerme la
propuesta de emplear mi sable en una guerra civil!
¡Malvado!
¿Sabe usted si éste se ha teñido
jamás en sangre
americana?" (3)
Juan Manuel Iturregui nos cuenta que cuando en 1825 se
entrevistó con San Martín en Bruselas, éste
manifestó "una fuerte animosidad contra el señor
Riva Agüero, a quien consideraba autor del movimiento
tumultuario de la población de Lima para deponer al ministro
Monteagudo" (4)
Sabemos que Riva Agüero le atribuyó a San
martín planes monárquicos, en cambio el Libertador
nunca pensó que en realidad fuese ese el real proyecto
personal de San Martín.
Salvador Iglesias en misiva dirigida a San Martín
y fechada desde Pueblo Libre a 15 de octubre de 1822, es decir a
escasas semanas del retiro de San Martín del Perú,
le habla de sus apologistas y detractores y entre estos
últimos menciona entre otros a Riva Agüero: "Es muy
general la aceptación que V.E. tiene a su favor en Lima;
solo algunos díscolos o más bien diré
desagradecidos, son los que no pierden momento de hacer perder su
opinión; a más de los arriba expresados, lo son
Riva Agüero; este trató de ocupar la silla del
gobierno pero le ha salido muy errado; sin embargo, como el
actual gobierno es provisional, aún está trabajando
por conseguirlo…" Y más adelante Iglesias le informa lo
siguiente: "Horma, San Miguel, Franco, Riva Agüero y otros
tienen sus reuniones en casa de la señora doña N.
Amat, ellas son dirigidas y frecuentes; su conversación
(me aseguran) es sobre que V.E. ambiciona la corona, y que bajo
este principio quería esclavizarlos" (5)
De la lectura de
la propia carta de San Martín a Miller se puede inferir,
casi sin temor a equivocación, que no es a Bolívar
a quien San Martín fulmina con los epítetos de
"insigne impostor y despreciable pillo", porque en la misma
misiva cuando San Martín se refiere en forma expresa a
Bolívar lo hace sin la menor huella de
animosidad.
San Martín en carta a Tomás Guido de 18 de
diciembre de 1826 le dice : "…usted tendrá presente que
a mi regreso de Guayaquil le dije la opinión que me
había formado del general Bolívar, es decir, una
ligereza extrema, inconsecuencia en sus principios y una
vanidad pueril, pero nunca me ha merecido la de impostor, defecto
no propio de un hombre constituido en un rango y
elevación" (6)
Se ha señalado asimismo, con gran acierto, que
San Martín siempre guardó en su dormitorio el
retrato de Bolívar pintado por su hija Mercedes.
Sería totalmente inexplicable este bello gesto, muestra
del sincero aprecio tributado por San Martín a
Bolívar si fuera verdad, como algunos historiadores
suponen, que lo hubiera tenido en tan pésimo concepto).
Todos estos hechos nos llevan a concluir que el
personaje misterioso no era Bolívar y que más bien
debió haber sido José de la Riva
Agüero.
- Misiva al Presidente de Perú Ramón
Castilla
La epístola dirigida por San Martín a
Ramón Castilla, en aquel entonces Presidente de la
República del Perú, fechada desde Boulogne Sur Mer
a 11 de setiembre de 1848, constituye el segundo testimonio
personal incontrovertible del Protector sobre su entrevista con
Bolívar.
Esta carta, relativamente amplia, es respuesta a la que
le enviara Castilla el 13 de mayo del mismo año. La
primera parte es una exposición
muy sumaria de su carrera militar y sobre su participación
en la independencia hispanoamericana. Inmediatamente
después le refiere, en unas pocas líneas, sobre su
entrevista con Bolívar.
"He aquí, mi querido General, un corto
análisis de mi vida pública, seguida en
América. Yo hubiera tenido la más completa
satisfacción habiéndole puesto fin con la
terminación de la guerra de la independencia del
Perú, pero mi entrevista en Guayaquil con el general
Bolívar me convenció (no obstante sus protestas) de
que el solo obstáculo para su venida al Perú con el
Ejército de su mando, era la permanencia del General San
Martín, a pesar de la sinceridad con que le ofrecí
ponerme bajo sus órdenes, con todas las fuerzas de que yo
disponía.
Si algún servicio tiene que agradecerme la
América es el de mi retirada de Lima, paso que no solo
comprometía mi honor y reputación, sino que me era
tanto más sensible, cuanto que conocía que con las
fuerzas reunidas de Colombia y del Perú, la guerra de la
independencia hubiera ido terminada en todo el año 23.
Pero este costoso sacrificio y el no pequeño de tener que
guardar un silencio absoluto (tan necesario en aquellas
circunstancias) de los motivos que me obligaban a dar este paso,
son esfuerzos que Ud. podrá calcular y que no está
al alcance de todos el poderlos apreciar" (7)
Esta carta fue publicada por primera vez en Lima, en
1878, en La Opinión Nacional.
(1) Gaceta del Gobierno del sábado 24 de agosto
de 1822.
(2) San Martín a Miller de 19 de abril de 1827.
Esta misiva ha sido ampliamente reproducida. Citamos sólo
algunas de las obras donde ella aparece.
-Documentos del Archivo de San Martín, tomo VII,
pp. 439-442.
-Lecuna, Vicente. "La entrevista de Guayaquil" tomo II,
pp. 466-468.
-Goenaga, J.M. "La entrevista de Guayaquil" pp.
25-28
-Paz Soldán, Juan Pedro. "Cartas
históricas del Perú" Primera serie; pp.
51-54.
García del Real, Eduardo. "San Martín"
(Barcelona,1984) pp. 190-192.
(3) Gandía, Enrique de. "San Martín: su
pensamiento político" p. 249
Vargas Ugarte, Rubén. "Historia General del
Perú" tomo VII, p. 264
(4) Iturregui, J.M. "El Solitario de Brusela".
En:
Busaniche, José L. "San Martín visto por
sus contemporáneos", pp. 267-271
(5) Salvador Iglesias a San Martín de 15 de
octubre de 1822. En:
Documentos del Archivo de San Martín, tomo IX, p.
294
(6) Documentos de Archivo de San Martín, tomo VI,
p. 502.
(7) San Martín a Castilla del 1 de setiembre de
1848. En:
Aguirre Molina, R. "El Gran Mariscal del Perú
Ramón Castilla y sus vinculaciones con el general San
Martín" (1950) pp. 106-111
- Confidencia al Brigadier Cruz
El brigadier Luis de la Cruz, amigo de San Martín
y de Bernardo O’Higgins, fue uno de los primeros en recibir
confidencias del Protector acerca de su visita a Bolívar,
estando aún San Martín a bordo de la Macedonia, en
el día de su llegada al Callao. Luis de la Cruz le
escribió, desde El Callao, con fecha 22 de agosto de 1822
a don Bernardo O’Higgins, contándole sobre el viaje
de San Martín a Guayaquil y sobre las confidencias
recibidas de parte de San Martín con relación a su
entrevista con Bolívar. El brigadier Cruz llevado por su
antibolivarismo se centra en señalar defectos de
Bolívar y especialmente sobre su supuesta
ambición.
Debemos decir que Luis de La Cruz en una carta de 1 de
febrero de 1822 ya le había escrito a O’Higgins
sobre lo objetivos de la visita de San Martín a
Guayaquil.: "El negocio interesante de Guayaquil es atraerlo al
reconocimiento a Colombia. El vistazo del Protector será
tratar con Bolívar sobre que el punto es de necesidad a
este Estado (Perú) y de ninguna utilidad a
Cundinamarca".
La misiva del 22 de agosto en realidad no tienen gran
importancia pues los datos que ella aporta son escasos y, como ya
hemos dicho, se centran en dar una imagen totalmente negativa de
Bolívar. La misiva en referencia comienza de la siguiente
manera: "El 20 del que corre a la una y media de la tarde
llegó el señor Protector felizmente de su viaje a
Guayaquil y entrevista con el Libertador…" Luego Cruz refiere
que el Protector salió en defensa de O’Higgins
cuando Bolívar le dijo que tenía entendido que era
un tirano. Asimismo el brigadier Cruz atribuye a Bolívar
haber expresado a San Martín que pasaría a reinar
Perú, Chile, Buenos Aires y México. Al
hacer referencia al obsequio de Bolívar, Cruz dice que el
Libertador al momento de entregárselo al Protector
exclamó: "Es de lo más precio que
puedo regalar a Ud. y espero que así lo aprecie"
(1)
- Confidencia al General
Martínez
El General Enrique Martínez nos ha dejado la
confidencia que por labios del propio San Martín
recibió acerca del verdadero objeto de la entrevista y lo
hace refiriéndose a su opinión en torno a la
controvertida carta de Lafond en el sentido de que él
considera que el citado viajero francés no obtuvo de San
Martín lo que consigna en sus memorias. Al respecto
Martínez dice: "Puedo asegurar que Lafond no ha tenido del
General San Martín los datos a que hace referencia en la
publicación que sobre los objetos que condujeron a aquel
general (San Martín) a Guayaquil, se encuentra en la
Revista del
Paraná en el número 2. He dicho que puedo asegurar
la no certidumbre en la indicación, porque en la
época a que se refiere me hallaba de Presidente de
Trujillo y por consiguiente el General San Martín
creyó conveniente hacerme conocer el objeto de su viaje.
Este no tuvo más (objeto) que recabar del General
Bolívar un auxilio de fuerzas para terminar la
campaña del Perú, a lo que se negó
Bolívar" (2)
- Confidencia a Tomás Guido
La noche del 20 de setiembre de 1822 San Martín,
luego de haber dimitido ante el congreso peruano al mando supremo
y mientras ultimaba los preparativos para abandonar
definitivamente el Perú, hizo valiosas confidencias a su
lugarteniente Tomás Guido sobre los motivos de su retiro.
Hacemos hincapié en algo que siempre debe tenerse en
cuenta cuando se analizan confidencias: que lo que se consignan
en ellas no pueden ser tomadas como expresiones textuales de un
personaje determinado, en este caso de San Martín, sino
como una versión que ha pasado por el tamiz interpretativo
y selectivo del que recibió la confidencia, en este caso
concreto
Tomás Guido..
Guido comienza narrando las ocurrencias y conversaciones
que se produjeron inmediatamente después que San
Martín dimitió. El punto que más nos
interesa empieza en el momento que San Martín le comunica
a Guido su resolución de abandonar el Perú. Guido
trata de convencerlo de que desista de este empeño,
arguyéndole que su retiro podría ser funesto para
la independencia del Perú. Es en este momento que San
Martín, según versión de Guido, como es
obvio, le replica:
"Nadie, mi amigo, me apeará de la
convicción en que estoy, de que mi presencia en el
Perú le acarrearía peores desgracias que mi
separación. Así me lo presagia el juicio que he
formado de lo que pasa dentro y fuera de este país. Tenga
Ud. por cierto que por muchos motivos no puedo mantenerme ya en
mi puesto, sino bajo condiciones contrarias a mis sentimientos y
a mis convicciones más firmes. Voy a decirlo: una de ellas
es la inexcusable necesidad a que me han estrechado, si he de
sostener el honor del ejército y su disciplina, de
fusilar algunos jefes; y me falta el valor para hacerlo con
compañeros de armas que me han
seguido en los días prósperos y
adversos".
Guido, ante estos argumentos, le repuso que el problema
en realidad era menos grande de lo que suponía y de
fácil solución. El Protector ante esta replica, le
hizo la siguiente confidencia:
"… aprecio los sentimientos que acaloran a Ud., pero
en realidad existe una dificultad mayor, que no podría yo
vencer sino a expensas de la suerte del país y de mi
propio crédito
y a tal cosa no me resuelvo. Lo diré a Ud. sin doblez:
Bolívar y yo no cabemos en el Perú: he penetrado
sus miras arrojadas; he comprendido su desabrimiento por la
gloria que pudiera caberme en la prosecución de la
campaña. Él no excusará medios, por
audaces que fuese, para penetrar en esta república seguido
de sus tropas; y quizás entonces no me sería dado
evitar un conflicto a que la fatalidad pudiera llevarnos, dando
así al mundo un humillante escándalo. Los despojos
del triunfo de cualquier lado a que se inclinase la fortuna, los
recogerían los maturrangos, nuestros implacables enemigos,
y apareceríamos convertidos en instrumentos de posiciones
mezquinas. No seré yo, mi amigo, quien deje tal legado a
mi patria, y preferiría perecer, antes que hacer alarde de
laureles recogidos a semejante precio; ¡eso no!. Entre si
puede, el general Bolívar, aprovechándose de mi
ausencia; si lograse afianzar en el Perú lo que hemos
ganado, y algo más, me daré por satisfecho; su
victoria sería, de cualquier modo, victoria americana".
(3)
- Confidencia a Iturregui
En 1825 el peruano Juan Manuel Iturregui visitó,
en Bruselas, a José de San Martín. Conversando
sobre los sucesos de 1822 el Protector le hizo algunas
confidencias que Iturregui las ha dejado consignadas:
"Que jamás (le decía San Martín)
había temido ni por un instante que hubiese podido
fracasar la independencia del Perú, una vez estando
proclamada y estando sostenida por la opinión
pública y por un ejército, aparte de las
innumerables partidas de guerrillas que el odio a los
españoles había creado en todos los ángulos
de su territorio; que no obstante, había creído
justo y conveniente entrar en un acuerdo de unión y
amistad con el general Bolívar, así por la identidad de
la misión de ambos en Sud-América, como para que
aquel general auxiliase al Perú con parte de su
ejército y se pusiese un término más corto a
la guerra con los españoles, del mismo modo que el
Perú había auxiliado a Colombia en la batalla de
Pichincha, con cuyo objeto había procurado la entrevista
que tuvo lugar con el dicho general Bolívar en Guayaquil;
que desde luego había encontrado en este general las
mejores disposiciones para unir sus fuerzas a las del Perú
contra el enemigo común, pero que al mismo tiempo le
había dejado ver muy claramente un plan ya formado y
decidido de pasar personalmente al Perú y de intervenir en
Jefe, tanto en la dirección de la guerra como en la de su
política; que no permitiéndole su honor asentir a
la realización de este plan, era visto que de su
permanencia en el Perú, debía haber resuelto un
choque con el general Bolívar (cuya capacidad militar y
recursos para terminar pronto la guerra eran incontestables) y
además el fraccionamiento en partidos del Perú,
como sucede siempre en casos semejantes, y conociendo las
inmensas ventajas que todo esto debería dar a los
españoles, se había decidido a separarse del
teatro de los
acontecimientos, dejando que el general Bolívar, sin
contradicción ninguna, reuniese sus fuerzas a las del
Perú y concluyese la guerra, …" (4)
- Confidencia a Balcarce
Mariano Balcarce, esposo de Mercedes Tomasa, hija de don
José de San Martín , recibió numerosas
confidencias de labios de su suegro. En carta fechada en
París a 8 de agosto de 1882 y dirigida a Bartolomé
Mitre, Balcarce consigna las confidencias que San Martín
le hiciera sobre su entrevista con Bolívar. En dicha
misiva, que fuera hallada y publicada por Tomás Diego
Bernard en 1949, leemos:
"He recibido igualmente los dos ejemplares de las
comprobaciones históricas que ha tenido U. la bondad de
remitirme; y veo con placer y agradecimiento que continúa
U. en su patriótico empeño de defender y honrar
la memoria del
general San Martín con cuyo motivo me dice U. haber
reasumido nuevamente el trabajo de
su historia que otras atenciones le habían hecho
interrumpir y que se ocupa en extractar algunos miles de
documentos relativos a él, que ha encontrado en los
archivos
públicos y privados.
Los que yo poseo, y es mi deseo y voluntad pasen a sus
manos con el tiempo, no arrojan ninguna nueva luz sobre la
entrevista de Guayaquil y retirada del Perú, cuyas causas
se hallan explicadas en la carta a Bolívar y me fueron
repetidas veces confirmadas en conversaciones íntimas por
mi ilustre padre, quien me aseguró que no habiendo logrado
la cooperación que esperaba del Libertador para completar
rápidamente y sin gran efusión de sangre la
independencia del Perú, convencido de que su presencia era
un obstáculo a las aspiraciones de Bolívar, y
podía prolongar por mucho tiempo la guerra y la ruina del
país, pues el ejército aliado argentino-chileno se
hallaba muy debilitado por las pérdidas sufridas en los
campos de batallas y por las enfermedades, que lo
hacían muy inferior en su número al de los
españoles, resolvió hacer abnegación de su
gloria personal (y dejar que Bolívar, con su numeroso
ejército, completase y consolidase la emancipación
del Perú, que era ya un hecho indudable, y cesasen
así inmediatamente los males de la guerra.
La entrevista de Guayaquil no tuvo testigos, estuvieron
completamente solos los dos Generales; y las personas de su
séquito sólo asistieron a las fiestas que en esa
ocasión se dieron.
En cuanto a la carta dirigida al General D. Tomás
Guido desde Bruselas con fha. 18 de diciembre de 1826 –que
se ha publicado por sus hijos-, debe referirse a algunos de los
documentos que he enviado a U. y quizá también al
borrador de la carta al Gral. Bolívar, pues a pesar de mis
ruego a mi padre para que escribiese o me dictase algunos apuntes
sobre su vida pública, nunca pude conseguirlo.
Voy a examinar nuevamente los papeles que aún
quedan en mi poder, y si encuentro alguno de especial
interés para la historia que U. Escribe, tendré el
mayor placer en remitírselo a U. " (5)
Con relación a lo transcrito, reparemos que
Balcarce hace referencia a una carta de San Martín a
Bolívar sobre la entrevista de Guayaquil. Es clara la
referencia a la denominada carta de Lafond, lo que
significaría que Balcarce la daba como auténtica,
lo que se confirma porque él habla de la posibilidad del
envío del borrador de la carta de San Martín a
Bolívar sobre la entrevista y que supone remitida, con
otros papeles, al general Tomás Guido. Pero en realidad se
sabe que Guido no recibió los documentos prometidos.
¿Conoció el borrador de la mencionada carta,
Balcarce? Ya tendremos oportunidad de analizar tan controvertido
documento.
Vicente Lecuna señala que las aseveraciones de
Balcarce son falsas y fruto de la ancianidad que le lleva
confundir sucesos acaecidos en diversas época. Dice
Lecuna: "Estas afirmaciones equivocadas y tardías de un
ancianos trastocado, no valen nada comparados con los ocho
documentos coetáneos de Bolívar y de San
Martín presentados por nosotros en defensa de la verdad
histórica…"
Como es fácil apreciar la versión de
Balcarce es similar a la presentada por otros personajes, por lo
que carece de valor la crítica que a ella le hace Vicente
Lecuna.
- Confidencia a Sarmiento
En 1846 Domingo Faustino Sarmiento visitó a San
Martín en Grand Bourg y, según él, como
veremos de inmediato, obtuvo en dicha ocasión valiosas
informaciones sobre la entrevista de Guayaquil. En un
artículo titulado "Las culebrinas de San Martín",
Sarmiento reseña al respecto lo siguiente:
"En 1845 llegaba a París, y lo primero que
solicitaba mi curiosidad entre los grandes monumentos, era la
figura de San Martín, el héroe de la
independencia, al que adherían nuestras ardientes
simpatías de patriota. Ver a San Martín, hablar
con él, era mi gran anhelo que debía realizar con
Manuel de Guerrico, introduciéndome en su
presencia".
"De nuestras largas pláticas salió mi
discurso de
recepción en el Instituto Histórico de Francia,
cuyo asunto debía referirse a cuestiones americanas, por
cuanto le historia de Francia debía suponerse
extraña a los estudios del recipiendario. Como
había sido hasta entonces un punto muy discutido el
asunto de la entrevista de Guayaquil entre los dos campeones de
la independencia, importaba mucho hacer conocer la
versión auténtica de uno de los actores, el
más sincero, puesto que de su parte estuvo la
abnegación. Aquella relación fue compuesta casi
bajo el dictado de San Martín y mereció su
completa aprobación".
En su trabajo "Bolívar y San Martín",
Sarmiento afirmó idéntica procedencia de los
datos que él utilizara para su versión sobre la
entrevista de los libertadores: "La descripción y lo sucedido en la
entrevista la obtuve de boca del mismo general San
Martín. Si hay falsedad en los hechos ocurridos y en el
objeto de la entrevista es la que ha querido acreditar uno de
los actores de aquel grandioso drama".
En su "Bolívar y San Martín", Sarmiento,
con un espíritu realmente mesurado y crítico,
señala que la versión de San Martín era
tan solo la de uno de los protagonistas de dicho acontecimiento
histórico y que, interesada como tenía que ser,
no había merecido de él plena fe. Sarmiento
escribe al respecto:
"Estoy muy distante, y lo estaba entonces, de poner
entera fe en las declaraciones naturalmente interesadas de uno
de los grandes caudillos de la independencia americana. Cada
uno de los hombres públicos que han figurado entonces
tiene que rehacer alguna página de su historia, y
trabajo más ingrato de la generación que les
sucede es el de restablecer los hechos y la verdad en despecho
de las aseveraciones interesadas de los
personajes…"
Sin embargo en "Las culebrinas de San Martín",
Sarmiento afirmó paradójicamente y carente de
todo sentido crítico que la versión de San
Martín era "la versión auténtica de uno de
los actores, el más sincero puesto que de su parte
estuvo la abnegación…" Así hubiese sido cierto
lo de la abnegación, ello no permite concluir que la
verdad está en la versión dada por San
Martín.
Según el propio Sarmiento los datos que le
proporcionara San Martín los pudo obtener solo con gran
esfuerzo y con gran astucia, pues "San Martín gustaba
poco hablar de lo pasado, y los que deseaban oírlo
necesitaban valerse de destreza para hacerlo entrar en materia. Un
retrato de Bolívar que tenía en su
habitación me sirvió a mí de pretexto para
hacerlo explicarse sobre la entrevista de
Guayaquil".
Sarmiento se refirió en varias oportunidades a
la entrevista de Guayaquil. La primer vez que trató
sobre ella fue en su discurso pronunciado en el Instituto
Histórico de Francia, el 1 de julio de 1847, el cual fue
publicado al año siguiente, con motivo de su
recepción en dicha célebre
Institución.
Algunos historiadores (Vicente Lecuna entre ellos)
pusieron en tela de juicio la veracidad de este acontecimiento,
pero los resultados de las investigaciones
aportadas por Ricardo Rojas sobre el particular son definitivas
y ellas prueban la exactitud de tal recepción y de tal
discurso. Ricardo rojas solicitó la colaboración
del famoso americanista francés Paul Rivet para la
solución de este problema, el cual a su vez
encargó a otros estudiosos el investigar en los archivos
de la mencionada institución. Los resultados de dicha
investigación, que Ricardo Rojas
reproduce en su obra "La Entrevista de Guayaquil", son
positivos en cuanto a la verdad de dicho trabajo leído
por Sarmiento en el citado Instituto.
A parte de este primer ensayo en el
cual Sarmiento se refirió a la célebre
entrevista, tenemos que insistió , sin casi ninguna
variante de importancia medular, en otros trabajos, tales
como:
"Bolívar y San Martín:
Rectificación histórica", publicado en la Revista
Sud América el 17 de julio de 1851.
"Las culebrinas de San Martín"
"El General D. José de San Martín"
(Almanaque pintoresco e instructivo). Santiago de Chile:
Imprenta Belén, 1852.
"Biografía del general San Martín"
(Galería de Hombres célebres de Chile) Santiago,
1854.
"General San Martín" (Galería de
Celebridades Argentinas). Buenos Aires, agosto 27 de
1857.
Un manuscrito escrito en Nueva York a mediados de 1867
(7)
Vamos a consignar la versión que Sarmiento
diera en el Instituto Histórico de Francia:
"Reunidas las fuerzas de ambos ejércitos, la
última campaña contra los realistas podía
terminarse en algunas semanas, con todas la seguridades del
triunfo. San Martín había solicitado hasta
entonces en vano, que se remplazasen las pérdidas que
había experimentado la división de su
ejército, enviada en auxilio de Sucre. Por otra parte,
era preciso entenderse sobre la desmembración de
Guayaquil, que tanto chocaba a las ideas de San Martín,
con respecto a los deberes de los Generales que
combatían contra España…..
Impulsado por estos y otos motivos, San Martín
solicitó a Bolívar una entrevista en Guayaquil;
pero este General tuvo atenciones que le estorbaron acudir el
día designado para la solicitada conferencia. Al fin
citados por una segunda vez, los dos jefes de los
ejércitos de la América del Sur se hallaron
reunidos bajo un mismo techo. Cado uno de ellos tenía la
más alta idea de la capacidad militar del otro… Pero
si la estimación del mérito era igual en ambos,,
las miras, ideas y proyectos de
cada uno era enteramente distintos. Bolívar abrigaba
decididamente designios para el porvenir; tenía un plan
de ideas que desenvolver por los acontecimientos; había
allí, en aquella cabeza, proyectos en bosquejo,
política y ambición de gloria, de mando, de
poder. San Martín había muy en mala hora venido a
continuar por su lado la obra de la emancipación de la
América del Sur que Bolívar se sintió
llamado a realizar por sí solo. San Martín, por
el contrario, no queriendo ver más que el buen
éxito de las operaciones
militares principiadas en el Perú, venía con el
ánimo libre de toda idea ulterior a solicitar la
cooperación de Bolívar para llevar a buen fin la
campaña… Solicitaba el reemplazo de las bajas que
había experimentado la división auxiliar dada a
Sucre, porque necesitaba soldados para continuar la guerra;
pedía la reincorporación de Guayaquil al
Perú, porque había pertenecido al
virreinato.
Las conferencias participaron de la posición en
que se habían puesto ambos jefes. El uno manifestaba
abiertamente su pensamiento, el otro embozándolo
cuidadosamente, a fin de no dejar traslucir sus proyectos
aún no maduros. San Martín, de talla elevada,
echaba sobre el Libertador, de estatura pequeña, y que
no miraba a la cara nunca para hablar, miradas escrutadoras, a
fin de comprender el misterio de sus respuestas evasivas de los
subterfugios de que echaba mano para esconder su conducta, en
fin, de cierta afectación de trivialidad en sus discursos,
{el, que tan bellas proclamas ha dejado, él que gustaba
tanto de pronunciar toast (brindis) llenos de elocuencia y de
fuego. Cuando se trataba de reemplazar las bajas,
Bolívar contestaba que esto debía estipularse de
gobierno a gobierno; sobra facilitar su ejército para
terminar la campaña del Perú, oponía su
carácter de Presidente de Colombia, que le
impedía salir del territorio de Colombia; él,
Dictador, que había salido para libertar la Nueva
Granada y Quito y agregándolas a Venezuela.
San Martín creyó haber encontrado la
solución de las dificultades, y como si contestase al
pensamiento íntimo del Libertador: «Y bien,
General, le dijo, yo combatiré bajo sus órdenes.
No hay rivales para mí cuando se trata de la
independencia americana. Esté usted seguro,
General, venga al Perú; cuente con mi sincera
cooperación; seré su segundo».
Bolívar levantó repentinamente la vista, para
contemplar el semblante de San Martín, en donde estaba
pintada la sinceridad del ofrecimiento. Bolívar
pareció vacilar un momento; pero en seguida, como si su
pensamiento hubiese sido traicionado, se encerró en el
círculo de imposibilidades constitucionales, que
levantaba en torno de su persona, y se excusó de no
aceptar aquel ofrecimiento tan generoso……
San Martín ha dejado ignorar en América
durante veinte años el objeto y el resultado de la
entrevista de Guayaquil, no obstante de las versiones
equivocadas y aún injuriosas que sobre ello de ha hecho.
No hace dos años que el comandante Lafond, de la marina
francesa, publicó Les Voyagues autour du monde, la carta
de San Martín a Bolívar que retrata todos los
puntos cuestionados allí. Esta carta es la clave de los
acontecimientos de aquella época, y por otra parte,
revela tan a las claras el carácter y posición de
los personajes, que vale la pena de copiarla
íntegramente… (aquí Sarmiento inserta la
polémica carta de Lafond)
Ya hemos señalado que Sarmiento repitió
en varias oportunidades esta versión primigenia. Pero en
un manuscrito que data de 1867 Sarmiento nos da una
versión que intenta reproducir la pretendidas
confidencias recibidas del propio San Martín, en un
estilo intimista, en donde incluso atribuye a San Martín
adjetivos mordaces contra Bolívar, tal como el de
«hipócrita» y que estamos seguro que no debe
ser más que simple cosecha personal de
Sarmiento.
Como ha señalado el eximio historiador
argentino Enrique de Gandía, este manuscrito vino a
completar la visión homérica de la entrevista de
Guayaquil, cuyo comienzo fuera el discurso ante el discurso
ante el Instituto Histórico de Francia. Esta
versión homérica, en la que Bolívar
aparece como el frío, ambicioso, calculador y vencedor,
y San Martín como el humilde y desinteresado que solo
toma en cuenta el bien de América y que acepta
estoicamente su retiro de la gesta emancipadora, es la
versión que durante mucho tiempo ha predominado y que
incluso aún en nuestros días no pierde tal
vigencia. Sin embargo no hay versión más alejada
de la verdad de lo acontecido en julio de 1822, en Guayaquil,
entre los libertadores de América.
La versión del manuscrito de 1867 es la
siguiente:
"En 1846, gozando de muy cordial consideración
de parte de San Martín, visítelo frecuentemente
en Grandburgo, su residencia de campo, a los alrededores de
París. Se me había prevenido que el general
gustaba poco de hablar de lo pasado. Una vez, después de
almorzar, habíamos ambos pasado a su habitación a
fumar. Sobre la puerta de entrada estaba una litografía
que representaba a Bolívar. Fumando y mirándola,
como lo que no tiene nada mejor que hacer, pregunté al
general: ¿Se parece esa pintura a
Bolívar?. Bastante, me contestó. La
conversación continuó sobre este punto y
aquí lo más sustancial; era, , dijo, el general,
un hombre de baja estatura, movedizo, miraba de soslayo: nunca,
durante toda la conferencia, pude conseguir que mirase a la
cara. Restábamos ambos sentados en un sofá. El
objeto de mi visita era muy simple. Desde luego la
anexión de Guayaquil, que había dado
ocasión a desavenencias. Nuestra misión como
generales, le decía yo, es solo vencer a los
españoles. Los pueblos arreglarán sus límites.
Por otra parte, yo no tenía fuerzas para abrir una nueva
campaña contra los españoles, y era necesario
reunir nuestras fuerzas. Iba pues a ofrecerle el mando en jefe
de ambos ejércitos, poniéndome yo a sus
órdenes.
A todo esto, Bolívar oponía que
él dependía absolutamente del Congreso de su
país y que no podía arreglar nada de por
sí. San Martín me decía al referirme esto:
Imagínese usted que lo dominaba de todo mi busto, y
estaba viendo a aquel hipócrita, confuso, mirando a un
lado mientras daba pueriles excusas para disimular su deseo de
mandar solo. No pude arrancarle una respuesta clara y la
conferencia terminó sin arribar a resultado
alguno.
A la noche se presentó, añadía
San Martín, un general, en mi dormitorio, a ofrecerme el
mando del ejército colombiano en nombre de todos los
generales del ejército, cansados, decía, del
despótico y falta de miramiento de Bolívar.
Contéstele que todo el servicio que podía hacerle
era no dar aviso inmediatamente a Bolívar de aquel
designio que desaprobaba altamente, conjurándoles a
mantenerse en los límites de la
subordinación."
¿Realmente San Martín hizo tales
confidencias? En verdad ello no parece tener visos de
verosimilitud. Es probable que Sarmiento escuchara de San
Martín algunos comentarios sobre su entrevista con
Bolívar, pero estos pocos datos los conjugó con
los que su imaginación se forjó sobre este
acontecimiento, y, lo que es más importante, sobre lo
que comenzaba a circular ya como la versión de los
simpatizantes de San Martín, que por esas cosas de la
historia se convirtieron en detractores de Bolívar.
Sarmiento poseía un conocimiento muy superficial sobre
la psicología de los libertadores. Lo que si
es importante destacar es el hecho del aprovechamiento de la
versión de Lafond y su carta del 29 de agosto de San
Martín a Bolívar, que en aquella época no
tenía carácter controversial y que en el
siguiente apartado analizaremos.
Para una adecuada valorización del testimonio
de Sarmiento debemos precisar que Sarmiento no dejó de
ser mas que un simple visitante cuando llegó a Gran
Bourg y, como el mismo lo dice, San Martín no
solía hacer confidencias sobre acontecimientos pasados,
muchos menos sobre el espinoso asunto de su entrevista con
Bolívar, del cual ni siquiera a sus amigos más
íntimos informó ampliamente. A Tomás
Guido, al cual le hizo algunas revelaciones el 20 de setiembre
de 1922, tiempo después, en misiva de 18 de diciembre de
1826 le prometió enviarle documentos que le
explicarían el por qué de su retiro del
Perú, pero esto no pasó se ser solo una promesa.
(8)
Vicente Lecuna al referirse al manuscrito de 1867,
expresa: "Estas declaraciones fueron hechas por el general San
Martín al señor sarmiento en 1846, veinticinco
años después de los acontecimientos y sarmiento
las escribió en 1867 o sea a los cuarenta y cinco
años de los sucesos. Quizá la acción del
tiempo tuviera influencia en el contenido de tan
inverosímiles especies". (9)
Lecuna, en el fondo, acepta que san Martín hizo
tales confidencia. Un análisis más detenido de
esto lleva a la conclusión que Sarmiento, con unos pocos
elementos de juicio proporcionados por San Martín,
dejó realmente correr su imaginación y
terminó creando una leyenda en torno a la entrevista.
Como bien lo señalara Gandía: "Todo lo que
Sarmiento refirió de la célebre entrevista, como
oído de
boca de San Martín, es la simple glosa y
repetición de lo que escribió Lafond. Sarmiento
conoció y citó su obra y solo agregó el
detalle de un oficial de Bolívar que se presentó
ante San Martín a ponerse a sus órdenes. Este
pormenor puede ser cierto y también puede ser inventado
para contrabalancear el ofrecimiento que San Martín
había hecho a Bolívar. San Martín no dio
ningún dato nuevo a Sarmiento…" (10)
(1)Misiva de Cruz a O’Higgins de 22 de agosto de
1822. En:
-Vicuña Mackenna "El General D. José de
San Martín, considerado según documentos
enteramente inéditos" (1863); pp. 51-54. Vicuña
Mackenna fue el primero en reproducirla.
-Otero, José Pacífico. "Historia del
libertador D. José de San Martín" (1932) t. III;
pp. 735-738
(2) Pérez Amuchástegui, A.J. "«La
carta de Lafond» y la preceptiva
historiográfica"
Gandía, Enrique de. "San Martín: Su
pensamiento político"
(3) Tomás Guido. "San Martín se retira
del Perú" . En:
-Busaniche, José Luis. "San Martín visto
por sus contemporáneos"; pp. 228-239
(4) Vicuña Mackenna. Obra citada. Fue el
primero en reproducir este testimonio.
También en:
-Busaniche, José Luis "San Martín visto
por sus contemporáneos", bajo el subtítulo de "El
Solitario de Bruselas"; pp. 267-271
(5) Balcarce a Mitre de 8 de agosto de 1822.
En:
-Colombres Mármol, E. L (hijo)
"¡¿Es apócrifo el testamento
político de San Martín?! ¡¿Fue
falsificado en el Perú?!; pp. 159-161
(6) Lecuna, Vicente. "La Carta apócrifa de
Lafond: Contestación al prof. Bernard" En: B. De la A.N.
de la H., Caracas, octubre-diciembre 1949; páginas
337-345.
(7) Todos los trabajos históricos de Sarmiento
sobre San Martín en:
-Sarmiento D.F. "Obras Completas"
-Sarmiento, D.F. "Vida de san Martín" )Buenos
aires: Editorial Claridad, 1939. Compilación y
prólogo de Enrique Espinoza).
El Manuscrito Sarmiento de 1867. En:
-Lecuna, vidente. "La entrevista de Guayaquil" (1952);
pp. 281.282
(8) San Martín a Guido, Fechada en Bruselas: 18
de diciembre de 1826. En:
-Documentos del Archivo de San Martín, tomo VI;
p. 502.
(9) Lecuna, Vicente. "La Entrevista de Guayaquil"
(1952); p. 289
(10) Gandía, Enrique de "San Martín: Su
pensamiento político"; p. 184
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